Friday, May 05, 2006

TRADUCIENDO, DESMINTIENDO…

Ramón Grau San Martín, el “Divino Galimatías”, instituyó en la política nacional la figura del charlatán ilustrado, del manipulador de las masas poco informadas usando los recursos de su verborrea relumbrona y una profusión de metáforas epidérmicas en plan de revelaciones proféticas, como si fuese el administrador de los arcanos de un culto hermético.

Ramón Grau San Martín, hábil y simpático, dos veces Presidente de Cuba, fundó y agotó el modelo del político tropical, ligero, pródigo en chistes y truculencias de prestidigitador, que fue languideciendo en la misma proporción en que el pueblo, los electores, fueron adquiriendo mayor información y cultura. Llegada la Revolución, acometida la obra inmensa de la alfabetización, la promoción de la lectura y la siembra de escuelas, el fantasma de aquel “Divino Galimatías” pasó, para siempre, a mejor vida. Intentar resucitar esa tradición política, casi medio siglo después, cuando los niños de la isla aprenden computación desde el preescolar, es una soberana estupidez, antes que un crimen de lesa cultura. Ni el mismo Grau lo agradecería.

Pero resulta que en Miami todo puede ocurrir, sobre todo cuando se trata de ganar algunos dólares en la industria de la estafa, sin sudar, claro está, y muy lejos de tener que enfrentarse a un público medianamente culto o informado. No culpo a estos charlatanes postmodernos que cada cierto tiempo la contrarrevolución saca al ruedo político. Allí, con toda seriedad, hace pocos años, se declaraba a la CNN que ciertas imágenes religiosas lloraban cuando una corte de justicia decretó el regreso de Elián González a su familia y su patria, como si nos hallásemos en la Rusia de Pedro el Grande o de Catalina. Allí un preclaro pedagogo que dirige le Junta Escolar del Condado de Miami Dade, un tal Frank J. Bolaño, acaba de declararse partidario de prohibir un libro sobre Cuba para niños de tercer grado, porque muestra en su portada a unos escolares cubanos sonrientes, como si varios siglos no nos separasen de Tomás de Torquemada. Allí, mientras más se clama por abrazos, reconciliaciones, olvidos, perdones, borrón y cuenta nueva, el FBI le acaba de ocupar a Alpha 66 el mayor arsenal jamás ocupado en un país repleto de arsenales.

Pero todo asombro es pequeño, y la más desbocada imaginación se eclipsa y palidece cuando alguno de estos catedráticos políticos abre la boca en pose de disertación; cuando alguna de estas lumbreras del pantano, de las que acostumbran a lubricar su duro caletre con las migajas del amo, se toma a pecho el libreto y comienza a perorar. Nada puede ser más peligroso, se ha demostrado, que esto último. Nada puede ser más letal para nuestro idioma, para las leyes de la comunicación, para la poesía, la filosofía, la meteorología, la carpintería y la albañilería, para el más elemental sentido común, que alguien llamado Ramón Humberto Colas sienta en su pecho el latido de la inspiración y en su cerebro arder la llama inextinguible de las ciencias, sobre todo, si se empeña en compartir con los demás los frutos que semejante rapto le produce.

Una pieza inolvidable es la que acaba de pronunciar Ramón Humberto Colás en un foro llamado “Raíces de esperanza”, organizado por la Universidad de Princetone, New Jersey, el pasado 22 de abril. Allí lo ha llevado su dilatado peregrinar patriótico por los hoteles cinco estrellas, bares y restaurantes selectos del mundo en cuyas barras, en medio de copiosas libaciones y alguna que otra lágrima nostálgica libera cada noche a Cuba del comunismo. Allí ha leído un texto inolvidable, verdaderamente notable, un compendio perfecto que será tomado en lo adelante, en todas las escuelas de oratoria del mundo, para enseñar el modo perfecto e impecable de no decir nada sin dejar de hablar. Allí Colas ha demostrado que, cuando hay una buen recompensa de por medio, no hay Doctor Grau San Martín que le aguante un round.

Propongo que la UNESCO convoque un congreso internacional, con el apoyo, por supuesto de la Real Academia de la Lengua y de los ingleses que descubrieron el mecanismo de funcionamiento de Enigma, la máquina usada por la inteligencia alemana para codificar las comunicaciones de sus espías, con el noble objeto de desentrañar qué quiso Colás trasmitirnos en su discurso de Princetone al referirse a:

1) “… un nuevo espacio público, con garantía jurídica, que sirva para responder a la prolongación del discurso entre las partes”.
2) “Ese error ha transformado la enseñanza moderna en un sistema dogmático y aburrido centrado en una polémica interna estéril y despilfarrada por la confusión que produce en los escolares.”
3) “… la desvalorización que ha convocado en la ciudadanía”.
4) “Los propios universitarios se embisten del contagio que la ideología impone en los programas de estudio.”
5) “Cuando el libro y el acceso a ellos está condicionado por el oficialismo se soporta de un mal apasionado y cruel.”
6) “Desde la libertad intelectual podemos cotejar una alternativa viable para cubanos libres”.
7) “La libertad es un poder individual que en el orden de la realización personal discurre la capacidad de autodeterminación.”

Para los efectos del congreso que propongo poco importarán las mentiras burdas que aderezan el texto del Magíster Colas, ni las inexactitudes y manipulaciones; tampoco las citas tergiversadas a las que este ilustre “bibliotecario”, como ya nos tiene acostumbrado, jamás identifica en sus fuentes. Para ahorrar el tiempo que debemos dedicar a lo realmente importante (el desentrañamiento del sentido oculto que este Mesías infiltra en sermones incomprensibles, como este) sólo sugerirle con toda humildad (¿qué somos los vulgares mortales, a fin de cuentas, ante tanta sapiencia, como la que derrocha Colas?) que nos indique si la cita de “Palabras a los intelectuales” que pone en boca de Fidel aparece en la versión taquigráfica de Dany de Vitto o en la de Jerry Lewis, pues en ninguna de las fuentes consultadas aparece tal y como la cita.

Las personas que logren descifrar el sentido de las palabras con las que Ramón Humberto Colas acaba de brindar al pueblo de Cuba esta lección de filosofía política que pone fuera de combate a las galimatías, hasta hoy invencibles, del Grauzato, recibirán como premio uno de los óleos de Posada Carriles, y un ejemplar gratuito del manual “Cómo acabar con el comunismo en Cuba, según la tradición de Gandhi, y sin perder la bondad en el rostro”, del autor Orlando Bosch.


Ángel de la Guardia

2 Comments:

Blogger Tinta y Veneno said...

La universidad de la que habla el articulista se llama Princeton, sin la "e" al final. El autor me recuerda al personaje Polonio en el Hamlet de Shakespeare. No estoy seguro si ese es uno de los libros vedados por el Ministerio de Cultura en Cuba.

3:24 PM  
Anonymous Anonymous said...

senora ,por favor, uted no se ha percatado que casi nadie lee sus articulos llenos de una verborrea delirante,mire le recomiendo que se vaya a hacer la cola para el comprar el gramma y el juventud rebelde, y asi se entretiene en otra cosa,ahhhh, le recomiendo tambien(aunque se que a su avanzada edad es cosa dificil)que se tome el trabajo de aprender ingles, asi sabra que se escribe PRINCETON NO PRINCETONE!!!:)

6:43 PM  

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