Monday, May 22, 2006

Algún que otro poema

DONDE QUIERO DAR TESTIMONIO DE AMOR


Hoy soy esta.
Quizá, no siempre fui la misma.
Alguna vez, tal vez, también en mí la duda.

Pero hoy quiero dar testimonio
de quienes mostraron ante mi
el sendero.

No fueron profesores,
ni fechas, ni discursos,
ni libros, ni pizarras, ni consignas.

Fue la sabiduría de un niño pequeñito,
la convicción profunda de un hombre marginado;
fue tu mano en mi hombro, Pacho Gutiérrez,
amigo colombiano y tu canción fecunda,
Silvio, Poeta, Maestro, y la maravilla de ese espacio virtual
que me mostró sus crueles, sus ciertas, sus tan tremendas
Y evidentes contradicciones.

Fue su ejemplo sutil, su dirección segura: fue sentirme, por fin,
parte vital, complemento seguro, miembro útil de este país.

Fue saber, estar cierta, que tienes de tu parte la razón, tú,
Patria,
Revolución.

**

Poema de amor en una madrugada
(Por un noviembre bendecido)

Caminaba.

Era largo el camino
de la vida.

A diestra, a siniestra,
se abrían puertas,
vislumbraba luces más,
antes de alcanzarlas,
de nuevo oscuridad, soledad,
silencio.

Caminaba...

Soñaba con lograr
un poco de agua fresca,
un pequeño, tibio,
perfumado rincón
donde apoyar mi rostro.

Y mis pasos seguían
transitando aquel largo
camino.

Y más y más, mis piernas
se mostraban vencidas,
se estrechaba el camino,
retumbaba el silencio!!

Entonces,
en el más triste,
en el más solitario recodo,
apareciste.

Y encontré luz de hogar,
el pozo de agua fresca,
la mano donde apoyar
mi cansancio de siglos.

Encontré el tibio,
perfumado rincón
donde forjar mi nido.

Entonces,
te encontré.

**

PARA MI AMOR

Para mi amor, que en ti confía,
guarda en cada minuto un pensamiento.

Para mi amor, que a ti te espera,
regresa cada instante con tu aliento.

Para mi amor, que está tendido
en un lecho de rosas y esperanzas.

Guarda siempre, señor de mi mirada,
tu atenta mano,
tu pecho siempre ardiente,
tu sexo, tu calor,
tu compañía.



**

Lo que me faltará...


Nunca veré un cuadro
de Van Gogh:

No me sonreirán los ojos tristes
de la Monna Lisa,
ni correrá entre mis dedos
la cálida arena que besa los pies
de la Esfinge.

Nunca se llenarán mis ojos
del estallante verde azul
de Macchu Picchu,
Ni te besaré en el Puente
de los suspiros
En una Venecia susurrante y dormida.

Todo me faltará,
mas no tu beso,
ni tu mirada reflejando
las oscuras aguas
de la bahía de Cojímar.

Me basta.

**










**


ULTIMA VOLUNTAD

Tengo ganas de andar sin rumbo fijo,
sin antes, sin después, sin todavía,
sin rencores, sin odios ni agonías,
sin tristezas, ni celos, ni porfías...

Tengo ganas de que entienda mi alegría,
de que escuchen en silencio lo que digo,
que no carguen mis espaldas de reproches,
que no agobien con rencores mis silencios.

Que no esperen de mi,
que no me obliguen,
que no me manden
ni jamás prohiban,
que no me queda mucho en este vida
y quiero disfrutarla todavía!!!

Friday, May 05, 2006

TRADUCIENDO, DESMINTIENDO…

Ramón Grau San Martín, el “Divino Galimatías”, instituyó en la política nacional la figura del charlatán ilustrado, del manipulador de las masas poco informadas usando los recursos de su verborrea relumbrona y una profusión de metáforas epidérmicas en plan de revelaciones proféticas, como si fuese el administrador de los arcanos de un culto hermético.

Ramón Grau San Martín, hábil y simpático, dos veces Presidente de Cuba, fundó y agotó el modelo del político tropical, ligero, pródigo en chistes y truculencias de prestidigitador, que fue languideciendo en la misma proporción en que el pueblo, los electores, fueron adquiriendo mayor información y cultura. Llegada la Revolución, acometida la obra inmensa de la alfabetización, la promoción de la lectura y la siembra de escuelas, el fantasma de aquel “Divino Galimatías” pasó, para siempre, a mejor vida. Intentar resucitar esa tradición política, casi medio siglo después, cuando los niños de la isla aprenden computación desde el preescolar, es una soberana estupidez, antes que un crimen de lesa cultura. Ni el mismo Grau lo agradecería.

Pero resulta que en Miami todo puede ocurrir, sobre todo cuando se trata de ganar algunos dólares en la industria de la estafa, sin sudar, claro está, y muy lejos de tener que enfrentarse a un público medianamente culto o informado. No culpo a estos charlatanes postmodernos que cada cierto tiempo la contrarrevolución saca al ruedo político. Allí, con toda seriedad, hace pocos años, se declaraba a la CNN que ciertas imágenes religiosas lloraban cuando una corte de justicia decretó el regreso de Elián González a su familia y su patria, como si nos hallásemos en la Rusia de Pedro el Grande o de Catalina. Allí un preclaro pedagogo que dirige le Junta Escolar del Condado de Miami Dade, un tal Frank J. Bolaño, acaba de declararse partidario de prohibir un libro sobre Cuba para niños de tercer grado, porque muestra en su portada a unos escolares cubanos sonrientes, como si varios siglos no nos separasen de Tomás de Torquemada. Allí, mientras más se clama por abrazos, reconciliaciones, olvidos, perdones, borrón y cuenta nueva, el FBI le acaba de ocupar a Alpha 66 el mayor arsenal jamás ocupado en un país repleto de arsenales.

Pero todo asombro es pequeño, y la más desbocada imaginación se eclipsa y palidece cuando alguno de estos catedráticos políticos abre la boca en pose de disertación; cuando alguna de estas lumbreras del pantano, de las que acostumbran a lubricar su duro caletre con las migajas del amo, se toma a pecho el libreto y comienza a perorar. Nada puede ser más peligroso, se ha demostrado, que esto último. Nada puede ser más letal para nuestro idioma, para las leyes de la comunicación, para la poesía, la filosofía, la meteorología, la carpintería y la albañilería, para el más elemental sentido común, que alguien llamado Ramón Humberto Colas sienta en su pecho el latido de la inspiración y en su cerebro arder la llama inextinguible de las ciencias, sobre todo, si se empeña en compartir con los demás los frutos que semejante rapto le produce.

Una pieza inolvidable es la que acaba de pronunciar Ramón Humberto Colás en un foro llamado “Raíces de esperanza”, organizado por la Universidad de Princetone, New Jersey, el pasado 22 de abril. Allí lo ha llevado su dilatado peregrinar patriótico por los hoteles cinco estrellas, bares y restaurantes selectos del mundo en cuyas barras, en medio de copiosas libaciones y alguna que otra lágrima nostálgica libera cada noche a Cuba del comunismo. Allí ha leído un texto inolvidable, verdaderamente notable, un compendio perfecto que será tomado en lo adelante, en todas las escuelas de oratoria del mundo, para enseñar el modo perfecto e impecable de no decir nada sin dejar de hablar. Allí Colas ha demostrado que, cuando hay una buen recompensa de por medio, no hay Doctor Grau San Martín que le aguante un round.

Propongo que la UNESCO convoque un congreso internacional, con el apoyo, por supuesto de la Real Academia de la Lengua y de los ingleses que descubrieron el mecanismo de funcionamiento de Enigma, la máquina usada por la inteligencia alemana para codificar las comunicaciones de sus espías, con el noble objeto de desentrañar qué quiso Colás trasmitirnos en su discurso de Princetone al referirse a:

1) “… un nuevo espacio público, con garantía jurídica, que sirva para responder a la prolongación del discurso entre las partes”.
2) “Ese error ha transformado la enseñanza moderna en un sistema dogmático y aburrido centrado en una polémica interna estéril y despilfarrada por la confusión que produce en los escolares.”
3) “… la desvalorización que ha convocado en la ciudadanía”.
4) “Los propios universitarios se embisten del contagio que la ideología impone en los programas de estudio.”
5) “Cuando el libro y el acceso a ellos está condicionado por el oficialismo se soporta de un mal apasionado y cruel.”
6) “Desde la libertad intelectual podemos cotejar una alternativa viable para cubanos libres”.
7) “La libertad es un poder individual que en el orden de la realización personal discurre la capacidad de autodeterminación.”

Para los efectos del congreso que propongo poco importarán las mentiras burdas que aderezan el texto del Magíster Colas, ni las inexactitudes y manipulaciones; tampoco las citas tergiversadas a las que este ilustre “bibliotecario”, como ya nos tiene acostumbrado, jamás identifica en sus fuentes. Para ahorrar el tiempo que debemos dedicar a lo realmente importante (el desentrañamiento del sentido oculto que este Mesías infiltra en sermones incomprensibles, como este) sólo sugerirle con toda humildad (¿qué somos los vulgares mortales, a fin de cuentas, ante tanta sapiencia, como la que derrocha Colas?) que nos indique si la cita de “Palabras a los intelectuales” que pone en boca de Fidel aparece en la versión taquigráfica de Dany de Vitto o en la de Jerry Lewis, pues en ninguna de las fuentes consultadas aparece tal y como la cita.

Las personas que logren descifrar el sentido de las palabras con las que Ramón Humberto Colas acaba de brindar al pueblo de Cuba esta lección de filosofía política que pone fuera de combate a las galimatías, hasta hoy invencibles, del Grauzato, recibirán como premio uno de los óleos de Posada Carriles, y un ejemplar gratuito del manual “Cómo acabar con el comunismo en Cuba, según la tradición de Gandhi, y sin perder la bondad en el rostro”, del autor Orlando Bosch.


Ángel de la Guardia